Nigredo 28

           

© Toni F.H  2015"Nigredo 28" Acrylic on canvas 70x50 Cms [ 27.56x 19.68 In] [Available]
 [...] Valentía, pureza de corazón, constancia en la meditación y en la compañía de los santos, generosidad, autodominio, veneración, austeridad y rectitud. Mansedumbre, sinceridad, renuncia, ecuanimidad, serenidad, simpatía por todos los seres sin reparar en sus faltas, desapego, amabilidad, humildad y firmeza. Energía, fortaleza, magnanimidad, pureza, modestia y buena voluntad: éstas son las cualidades de aquél que ya ha nacido al camino espiritual y por él ya anda. Hipocresía, insolencia, presunción, ira, despotismo e ignorancia: éstas son las cualidades del hombre que vive en el infierno. A la liberación conducen las virtudes espirituales que al principio te he enumerado, mas todo lo contrario he de decirte de los pecados del infierno que luego te cité, pues encadenan el alma. Mas no has de preocuparte, oh Arjuna, pues tú has nacido ya al camino espiritual, y el cielo es la meta a la que te diriges. En este mundo hay dos tipos de naturaleza: la naturaleza divina y la naturaleza demoníaca. Ya antes te he explicado acerca de la naturaleza divina, mas escucha ahora, pues voy a hablarte acerca de la naturaleza demoníaca. El hombre de naturaleza demoníaca, careciendo de principios, ignora qué es lo que se debe hacer y qué es lo que no se debe hacer; su corazón está empocilgado con todo tipo de impurezas, su conducta es irreverente y miente sin reparo. Dice cosas como: “En este mundo no existe la Verdad, ni tampoco la moral, ni tampoco Dios. La causa del nacimiento no es más que la voluptuosidad sexual de los predecesores: ¡No hay ley que gobierne esta creación!”. Cientos de incontenibles e insaciables deseos torturan su alma, llena de hipocresía, arrogancia e insolencia. Se aferra firmemente a sus confusas ideas, y prosigue con indolencia por el camino de la iniquidad. Debido a esto, el temor y la preocupación acosan durante toda su vida a los hombres de esta naturaleza, no abandonándoles hasta el momento de su muerte. Su única meta es gozar de los placeres sensuales, firmemente convencidos de que esto es todo lo que hay, al carecer de otras miras superiores. Acuciados por cientos de deseos y vanas esperanzas, se esfuerzan denodadamente por acumular riquezas y bienes. Viven con el único propósito de satisfacer sus deseos egoístas, siendo el odio y la lujuria su único refugio. “Esto es lo que he conseguido hoy —dicen ellos—, y con esto podré realizar tal deseo. Esto es cuanto ahora poseo, pero quiero poseer más.” “He aniquilado a tal enemigo —dicen ellos—, y a otros más he de aniquilar también. Soy un hombre poderoso y gozo de cuanto quiero en esta vida: tengo éxito, poder y felicidad.” “Soy rico y he nacido en familia noble —dicen ellos—, ¿quién se podría comparar a mí? Con mi dinero costearé ceremonias religiosas para obtener bendiciones y viviré dichoso.” Viven engañados en la oscuridad de la ignorancia. Acosados por millares de pensamientos impuros, descarrían apresándose en las redes de la ilusión; entregados por completo a los placeres de los sentidos, se esclavizan a ellos, cayendo en el más inmundo de los infiernos. Engreídos en su vanagloria, con el juicio alterado por el poder, el orgullo y la riqueza,
ofrecen con hipocresía vanos sacrificios por pura ostentación, pues no tienen ya respeto alguno por la ley divina. Violentos, iracundos, lascivos y sumidos ya en la más insolente arrogancia, estos hombres malvados llegan a odiarme: Me odian en ellos mismos y en otros igualmente. Estos seres malvados, crueles y llenos de odio, son los hombres en el estado más bajo. En el inacabable ciclo de las reencarnaciones, inexorablemente Yo condeno a estos hombres a la destrucción. Haciéndoles reencarnar en una forma de vida inferior, permaneciendo en la oscuridad vida tras vida, en ese estado no pueden llegar a Mí, al contrario, continúan descendiendo en el camino del infierno. Tres son las puertas que conducen a ese infierno, condenando al alma a la oscuridad y la muerte: la lujuria, la ira y la codicia. De estas tres puertas el hombre debe apartarse. Cuando un hombre se aleja de estas tres puertas que conducen su alma a la oscuridad, comienza a labrarse su propia salvación, encaminándose así hacia el Sendero Supremo. Pero el hombre irreflexivo que rechaza las palabras de la Sabiduría y sigue el impulso del deseo, jamás encontrará el Camino Supremo ni la dicha interior, ni mucho menos la perfección. Deja que la Sabiduría y las Santas Escrituras marquen tu pauta, en cuanto a lo que es correcto y lo que no lo es. Lee las Santas Escrituras y vive una vida de armonía haciendo el bien.[...] Bhagavad Gita

Nigredo 27

       

 © Toni F.H 2015 "Nigredo 27" 2015. Acrylic on canvas (100x80 Cms) [39x 31.2 Inches] [Available]

[...] La conjura de los imbéciles, de los charlatanes y de los Sabios ha tenido un éxito perfecto.Esta conjura tenía por objeto esconder la verdad. Unos y otros han servido a esta gran causa, cada uno según sus medios: los imbéciles por medio de la ignorancia, los charlatanes por medio de la mentira, los Sabios mediante el secreto. Los imbéciles no quieren que se descubra la verdad. Sospechan, instintivamente, que les molestaría. Si les fuera mostrada, apartarían la mirada; si se les pusiera en la mano, la dejarían caer; si se les forzara a mirarla cara a cara, gritarían horrorizados y correrían a esconderse bajo tierra. Los charlatanes no quieren que se descubra la verdad, porque arruinaría sus artificios, impediría su provecho y mostraría su vergüenza. Los Sabios que poseen la verdad no quieren que se descubra. Siempre la han tenido oculta por cuatro razones. La primera: saben que Saber es poder y quieren apartar de él a los indignos. Porque el Saber en el indigno se vuelve malicia y el Poder, peligro público y plaga. Por esto, las reservas de conocimiento acumuladas durante milenios en los templos de Egipto permanecían inaccesibles a quien no había pasado por todos los grados de purificaciones y pruebas. Más tarde, los filósofos desconocidos, los nobles viajeros, los Alquimistas, se transmitieron de la misma manera los restos de la misteriosa herencia, es decir, de boca a oreja o, más bien, por la presencia y el ejemplo, en símbolos y enigmas; siempre bajo el sello del secreto. Si vivieron en la intimidad de las formidables fuerzas de la naturaleza, se guardaron mucho de hacer partícipes de ellas a los atolondrados. ¡Oh, Sabios que sabéis callar! ¿Dónde estáis? Merecéis que todos los seres vivos os proclamen su gratitud, ¡oh, Sabios!¡Oh, Sabios que sabéis callar!, ahora hemos aprendido el valor de vuestra prudencia, la grandeza de vuestra humildad, la profundidad de vuestra caridad. Ahora que a los profanos se les ha ocurrido adquirir y propagar tanta ciencia como pueden, ahora que se vanaglorian de sus descubrimientos con el mismo celo que vosotros habéis puesto en esconder los vuestros, hemos visto su resultado. Sin embargo, ¡cuan pequeña es su ciencia, exterior, superficial, precaria y limitada!, y ya vemos su resultado.
Así, han envenenado las fuentes, minado la tierra, salpicado el cielo, trastornado y pervertido a los pueblos, corrompido la paz, deshonrado la guerra, y han suministrado al hombre de la calle tantos instrumentos de destrucción y de opresión que toda la familia de los seres vivos se ve amenazada, mientras continúa el progreso de este chancro. La segunda razón de los Sabios para mantener oculta la Verdad, es que conocer es una operación de vida y una manera de nacer. Y nada puede nacer fuera de una envoltura. Una envoltura de carne o de corteza, de tierra o de misterio. Si abrís una semilla, ya no germinará; si abrís un lagarto para ver lo que hay dentro, sólo encontraréis el resto del cadáver y no lo de dentro del lagarto, su interior se ha ido, ya que el lagarto está muerto. De igual modo, la ciencia abierta, propagada y vulgarizada es ciencia muerta y fruto de muerte. Es un desierto de arena y no un puñado de simiente. Al permanecer exterior no puede ser profundizada, sino sólo extendida, y la vida se le escapa. No puede conducir a la conciencia, que es nacimiento a uno mismo, ni a la vida interior. En cambio, el conocimiento de los Sabios es una gaya ciencia que tiene sabor de alegría y soplo de espíritu. Y como todo ser vivo, aunque sea una mosca, defiende su forma y rehúsa exhibirse. La tercera razón de los Sabios para mantener oculta la verdad es su respeto por la dignidad del conocimiento. Ellos saben que ésta es la vía real que lleva al Dios de verdad. Ella ha de conducir a la contemplación, a la admiración de la naturaleza y a la adoración del creador. Debe aportar la luz a las almas, la exactitud a los pensamientos y la justicia a los actos. Debe dar salud y salvación. Los Sabios la han defendido tanto como han podido contra los hombres vulgares, por temor a que fuera apartada de su fin, desnaturalizada y envilecida, cosa que no han dejado de hacer los hombres vulgares desde que le pusieron la mano encima. Le han dado la vuelta utilizándola. Se han servido de ella en lugar de servirla. Estaba aquí para librarles de sus deseos y ellos la han uncido al yugo de sus tareas, la han forzado a aumentar sus posesiones. Estaba aquí para darles la conciencia y de ella han sacado la máquina. Han cogido el cáliz para hacerse una hucha y el crucifijo para hacerse una maza. Han enganchado la ciencia a sus motores, la han aprisionado en sus bombas. Pero, demasiado astutos, han caído en su propia trampa, dejándose atrapar por el engranaje de la máquina. Ahora, ella les roe poco a poco en tiempo de paz y los devora a grandes bocados en tiempo de guerra. Los Sabios han hecho todo lo posible por evitarlo. La cuarta razón de los Sabios para mantener oculta la Verdad es que aman la Verdad, y no hay amor sin pudor, es decir, sin velo de belleza. He aquí por qué no quieren descubrirla sino revelarla, es decir, recubrirla de un velo luminoso. Por esto sólo han enseñado con parábolas, para que quienes tienen oídos para no oír permanezcan apartados; pero también para que quienes lo merecen aprendan los tonos y las claves de la música total. Pues sus alegorías, sus fábulas y sus blasones no explican el encadenamiento mecánico de las apariencias, sino las afinidades secretas y las analogías de las potencias y las virtudes, las correspondencias del número con el  sonido, de las figuras con las leyes, del agua con la planta, con la mujer y con el alma, del fuego con el león, el hombre armado y el espíritu, de los astros con los ojos, las flores y los cristales de los metales y de las gemas, de la germinación del oro en las minas con la de la verdad en el corazón del hombre. En sus oscuros textos, donde las recetas del Gran Arte están salpicadas de advertencias piadosas, las solemnes sentencias de alabanzas y plegarias, lucen los hilos que tejen el manto del Rey de Reyes. Al ocultar los Sabios su saber por escrúpulo, los charlatanes se aprovecharon para esconder su ignorancia bajo los mismos signos misteriosos. Los imbéciles los han confundido largo tiempo creyendo tanto en unos como en otros. Ahora, a medio camino entre los charlatanes y los imbéciles, ha surgido una nueva especie que asegura el triunfo definitivo de la conjura. Esta nueva especie es la de los universitarios y sabios oficiales, que el día de su advenimiento declararon nulo y sin valor el misterio filosofal, quimera la búsqueda de los antiguos maestros, juego de niños su ciencia, engañabobos su arte. Los imbéciles instruidos por los nuevos sabios, han confundido una vez más a los sabios con los charlatanes, pero esta vez para no creer ni en unos ni en otros. Sólo creen en la ciencia de los recién llegados, quienes simplemente enseñan que la verdad está en su ciencia y que todo lo que no pueden descubrir ni demostrar no existe. Ahora bien, no han enseñado, ni descubierto, ni demostrado nada acerca de la vida y de la muerte, del pecado y del juicio. Nada acerca del amor, del dolor y del rescate, acerca de la conducta del hombre y del destino del alma, acerca del sentido, la esencia y la salvación. A medida que descubren nuevas nebulosas o nuevos electrones, nuevas vitaminas o nuevos explosivos, se alejan y nos desvían de lo esencial. Y ahora la verdad está tan bien escondida que ya no se la busca. Incluso estaría totalmente perdida si no sobrevivieran algunos sencillos de espíritu para quienes la verdad existe. No pueden resignarse a pensar que nadie la tenga o la haya tenido. Recorren el mundo interrogando a la gente, los astros y las hierbas, interrogando el gran libro de la naturaleza y hojeando los textos olvidados, interrogando su corazón y a Dios en la plegaria. Saben que no tienen la verdad, pero saben que ella es. Están tan hambrientos y sedientos de ella que saben seguirla por el rastro y reconocerla por el olor. Ante un hombre difamado, un acontecimiento absurdo, un grimorio ilegible, se paran en seco y exclaman: ¡Aquí está! Ellos saborearán este libro. Para ellos ha sido escrito, aunque su hermandad sea poco numerosa. Y tú, Cattiaux, amigo mío, ¿has encontrado la Piedra? Sentado en la tienda donde pintas y meditas entre filtros y frascos, ¿has encontrado el carbunclo y la violeta? Sentado entre tu mujer y tu gato, Cattiaux, amigo mío, ¿has encontrado el oro vivo y el elixir? ¿Has visitado el interior de la tierra y, rectificando, encontrado la joya oculta y la verdadera medicina? No sé ni puedo decir si la substancia de los antiguos textos se oculta en estas páginas. Pero ¿cómo es que en ellas se encuentra su perfume? ¿En qué huevo y en qué alambique, Cattiaux, amigo mío, has destilado la esencia sutil que se llama el Perfume? ¿De dónde viene esta poesía que tiene por nombre Perfume de Verdad?[...] G. Lanza del Vasto

Rubedo 3

                    
 © Toni F.H 2015 "Rubedo 3" 2015. Acrylic on canvas (100x80 Cms) [39x 31.2 Inches] [Available]                     
[...]  Te alabo porque me oíste y fuiste para mí la salvación. La piedra que rechazaron los constructores ha sido puesta por cabecera angular. [...] Salmos 118

Rubedo 2

© Toni F.H 2015 "Rubedo 3" 2015. Acrylic on canvas (100x80 Cms) [39x 31.2 Inches] Available for sale  


[...] Tendría yo unos cinco años cuando mi padre se hallaba en una pequeña bóveda de nuestra casa, donde se había lavado y donde había quedado un buen fuego de carbón de encina. Mi padre tenía el violín en la mano, y cantaba y tocaba al amor de la lumbre, pues hacía mucho frío. Por azar, vio en medio del fuego más intenso un animalito como un lagarto, que se recreaba dentro de estas vivas llamas. Notó al instante de qué se trataba, nos llamó a mi hermana y a mí, nos mostró el animal y me dio un buen bofetón. Cuando comencé a llorar por este motivo, intentó calmarme con suma bondad  mientras me decía:"Hijo querido, no te he pegado porque hayas hecho algo malo, sino más bien para que te acuerdes de esta lagartija que ves en el fuego. Es una salamandra como nadie ha visto todavía, por lo que sé." Me besó a continuación y me dio unas cuantas monedas.[...]  B. Cellini

Citrinitas 16

© Toni F.H 2014 "Citrinitas 16" Acrylic on canvas 73x60 Cms.Available for sale
[...] Debemos pues traer a la mente esto a propósito del arte: cuanto con más precisión se dedican a la propia finalidad las cosas naturales respecto a las artificiales, menos actúan según un cálculo; por eso comprendió bien Aristóteles cómo el mayor cálculo no sea el criterio de la mayor pericia e inteligencia. Efectivamente experimentamos en nosotros que el arte más perfecto no calcula mucho, y el arte elaborado no tiene necesidad de razonar, sea porque actuamos a semejanza de la naturaleza, sea porque la naturaleza actúa junto a nosotros. Por tanto el arte se realiza perfectamente en el momento en que está conectado a la naturaleza agente; de hecho, todo está dispuesto de manera que arte y naturaleza tengan una conexión, sea porque el arte consiste en un cierto sentido de imitación de la naturaleza, sea porque, como es imposible que lo que es natural no sea partícipe del arte, así tampoco lo que es fruto del arte puede faltar de la naturaleza. No hay nada completamente artificial que no dependa de la naturaleza; de aquí, tal y como del arte conocemos los caracteres racionales o naturales de cualquiera, así es preciso aplicar a la naturaleza el principio del arte y de la razón. Para conseguir por tanto un arte perfecto y cumplido, es preciso que te unas al alma del mundo y vivas unido a ella que, llena de principios racionales por natural fecundidad, genera un mundo lleno de principios similares. Y estos principios( como también Plotinio comprendió) plasman y dan forma a todas las cosas en las semillas, como si fueran pequeños mundos.Desde el momento en que el alma está presente en todas partes y está entera y en el entero y en cualquier parte entera, por esto según la conformación de la materia podrías ver en cada cosa, aunque fuera pequeña e incompleta, el mundo, y con mayor razón la imagen del mundo, por lo que no sin motivo podemos afirmar con Anaxágoras que todo está en todo. Cuando por tanto algo se realiza del modo en que la esencia de su alma parece exigir respecto a una tal materia, no sucede por una decisión accidental y por una consideración calculada (así de hecho crea el arte, que es posterior y emula a la naturaleza) sino por un principio interno, puesto que la naturaleza despliega la forma presente. Ve por tanto de dónde nace el admirable arte [...] G.Bruno

Citrinitas 15

 © Toni F.H  2014 "Citrinitas 15" Acrylic on canvas 73x60 Cms. Available for sale        
[...] SÓCRATES: Me contaron que cerca de Naucratís en Egipto, hubo un Dios, uno de los más antiguos del país, el mismo a que está consagrado el pájaro que los egipcios llaman Ibis. Este Dios se llamaba Teut . Se dice que inventó los números, el cálculo, la geometría, la astronomía, así como los juegos del ajedrez y de los dados, y, en fin, la escritura. El rey Tamus reinaba entonces en todo aquel país, y habitaba la gran ciudad del alto Egipto, que los griegos llaman Tebas egipcia, y que está bajo la protección del Dios que ellos llaman Ammon. Teut se presentó al rey y le manifestó las artes que había nventado, y le dijo lo conveniente que era extenderlas entre los egipcios. El rey le preguntó de qué utilidad seria cada una de ellas, y Teut le fue explicando en detalle los usos de cada una; y según que las explicaciones le parecían más o menos satisfactorias, Tamus aprobaba o desaprobaba. Dícese que el rey alegó al inventor, en cada uno de los inventos, muchas razones en pro y en contra, que sería largo enumerar. Cuando llegaron a la escritura: « Oh rey-  le dijo Teut- esta invención hará a los egípcios más sabios y servirá a su memoria; he descubierto un remedio contra la dificultad de aprender y retener. -Ingenioso Teut, respondió el rey, el genio que inventa las artes no está en el caso que la sabiduría que aprecia las ventajas y las desventajas que deben resultar de su aplicación. Padre de la escritura y entusiasmado con tu invención, la atribuyes todo lo contrario de sus efectos verdaderos. Ella no producirá sino el olvido en las almas de los que la conozcan, haciéndoles despreciar la memoria; fiados en este auxilio extraño abandonarán a caracteres materiales el cuidado de conservar los recuerdos, cuyo rastro habrá perdido su espíritu. Tú no has encontrado un medio de cultivar la memoria, sino de despertar reminiscencias; y das a tus discípulos la sombra de la ciencia y no la ciencia misma. Porque cuando vean que pueden aprender muchas cosas sin maestros, se tendrán ya por sabios, y no serán más que ignorantes, en su mayor parte, y falsos sabios insoportables en el comercio de la vida.»
FEDRO: Mi querido Sócrates, tienes especial gracia para pronunciar discursos egipcios, y lo mismo los harías de todos los países del universo, si quisieras.
SÓCRATES: Amigo mió, los sacerdotes del santuario de Júpiter en Dodona decían que los primeros oráculos salieron de una encina. Los hombres de otro tiempo, que no tenían la sabiduría de los modernos, en su sencillez consentían escuchar a una encina o a una piedra, con tal que la piedra o la encina dijesen verdad. Pero tú necesitas saber el nombre y el país del que habla, y no te basta examinar si lo que dice es verdadero o falso.
FEDRO: Tienes razón en reprenderme, y creo que es preciso juzgar la escritura como el tebano. 
SÓCRATES: El que piensa trasmitir un arte, consignándolo en un libro, y el que cree a su vez tomarlo de éste, como si estos caracteres pudiesen darle alguna instrucción clara y sólida, me parece un gran necio; y seguramente ignora el oráculo de Ammon, si piensa que un escrito pueda ser más que un medio de despertar reminiscencias en aquel que conoce ya el objeto de que en él se trata.
FEDRO: Lo que acabas de decir es muy exacto.
SÓCRATES: Este es, mi querido Fedro, el inconveniente así de la escritura como de la pintura; las producciones de este último arte parecen vivas, pero interrogadlas, y veréis que guardan un grave silencio. Lo mismo sucede con los discursos escritos; al oirlos o leerlos creéis que piensan; pero pedidles alguna explicación sobre el objeto que contienen y os responden siempre la misma cosa. Lo que una vez está escrito rueda de mano en mano, pasando de los que entienden la materia a aquellos para quienes no ha sido escrita la obra, y no sabiendo, por consiguiente, ni con quién debe hablar, ni con quién debe callarse. Si un escrito se ve insultado o despreciado injustamente, tiene siempre necesidad del socorro de su padre; porque por sí mismo es incapaz de rechazar los ataques y de defenderse.[...] Platón



Citrinitas 14


                                © Toni F.H  2014"Citrinitas 14" Acrylic on Canvas 73x60 Cms. Available for Sale                                 
[...] El truco manual, o de fuerza, que es a la vez inicial y decisivo, no puede ser conseguido por el alquimista sin el socorro del cielo. Esta gigantesca fuerza se libera de las nubes, que son su condensación desfavorable, para que se realice el milagro de una sola cosa. La separación es seguida, para la parte regulina, de la purificación, que determina, en el fondo, toda la alquimia como Martin Ruland lo formuló tan perfectamente, en su Léxico de alquimia o Diccionario alquemístico: Alchimia est impuri separatio a substantia puriore. La Alquimia es la separación de lo impuro de la substancia más pura. Lo que viene a decir que la pureza no se alcanza sino poco a poco, y que la materia viviente nunca es pura sino comparativamente: puriore. La purificación consiste en aplicar, tres o cuatro veces, la misma técnica sobre el mercurio que ha sido separado. Para la cantidad total obtenida, procederemos, de nuevo, de forma racional, por fracciones que pueden ser en número de nueve, si el principiante ha respetado, al comienzo, el peso total de los materiales, que le hemos indicado. Se trata pues de someter al mercurio a la acción de la sal de los sabios, a la que hemos consagrado todo un capítulo y que corresponde al fuego secreto. La operación se desarrolla a favor de la fusión, que permanece, en verdad, en la vía seca, como la solución natural. Al purificar el mercurio de los filósofos, la sal acrecienta y exalta el poder de imantación de éste, de suerte que ella misma se carga del oro astral que el otro no cesa de absorber. La proporción favorable a respetar es, en peso, el quinceavo del disolvente filosófico sobre el que la sal debe actuar. Ésta, convertida en el vehículo vitrificado del fluido cósmico, se ha coloreado en verde, mientras aumentaba sensiblemente su densidad, Es así que recibe, indiferentemente, los nombres de vitriolo, o de león verde, y se encuentra lista, a fin de jugar su grandísimo papel, en el curso de la obra mediana o segunda. «Es el Hyperion y el Vitriolo de Basilio Valentín, el león verde de Ripley y de Jacques Tesson, en una palabra la verdadera incógnita del gran problema», nos dice Fulcanelli, de quien importa recabar la opinión, aquí y allá, en sus dos obras. Cada una de las fases de la Gran Obra física, sean principales o intermedias, posee sus límites bien marcados, y es por esto que la purificación no debe ser  proseguida, más allá del momento en que la imagen estelada aparece fuertemente impresa en la faz superior del brillante lingote, a la vez plana y circular. En estos instantes, el alquimista asegura su accesión; ha entrado en el dominio trascendente, del que nadie toma cuidado ordinariamente. No sólo sabe de ahora en adelante que el espíritu del cosmos es de color verde, sino que además ha verificado que el inasible agente se muestra no obstante ponderable y consecuentemente, de gravedad material. Constituido, como lo hemos visto, en la superficie del baño mercurial, gracias al aporte constante de espíritu universal, el vitriolo filosófico lleva también el nombre de esmeralda de los sabios. Piedra preciosa, como jamás hubo ninguna, en la que el filósofo talla y reencuentra el Grial. En el seno de este vaso sagrado, un poco más tarde, recogerá y reunirá el fluido, simultáneamente proyectado por el sol y por la luna. Es lo que expresa claramente sobre el paradigma, en forma de grabado xilográfico, del tratado de Basilio Valentín, esta copa en forma de píxide, de pie, en equilibrio, sobre el símbolo del Mercurio. Éste junta el globo crucífero de Venus, al menisco de la Luna, el cual está acostado encima, con sus dos puntas en alto.[...] E. Canseliet